Las 2:30 am.
Me despierto, tengo dolor bajo vientre, muy parecido al de la menstruación… uix, me duelen los riñones.
Me levanto al baño, y al sentarme en el váter un “chorrillo” de un líquido trasparente sale disparado. ¿Qué narices será eso? ¿Me he hecho pis encima? …qué raro.
Decido sentarme en el balón que me compré para fortalecer el suelo pélvico, y realizo rotaciones para calmar el dolor. Parece que estoy algo mojada…pero tampoco es demasiado como para escandalizarme. Me miro una y otra vez la ropa interior buscando algún indicio de parto o de incontinencia urinaria jejeje… pero no, todo trasparente y poca cantidad.
Me noto más húmeda… y más…
Despierto a mi pareja, creo que he roto aguas, pero no estoy del todo segura. En las películas te pintan las roturas de agua como algo escandaloso, un espectáculo. Pero en mi caso el algo tan discreto que me tiene desconcertada.
-Fer, cielo, despierta. Creo que he roto aguas.
Se hace el silencio. Se lo repito. A lo que Fer responde:
-¿Qué? ¿Seguro?¡ Que son las 3 de la madrugada, eh!
(Este último dato, me hizo mucha gracia, como si un bebé tuviese horario establecido para nacer jeje)
Le contesto que sí, que estoy casi segura. Llamé al hospital para preguntar que debía de hacer. La enfermera me preguntó síntomas, y me dijo que mejor fuese hacia allí para hacerme una revisión, y así comprobar si había empezado el trabajo de parto.
A mí todo me sonaba a chino. Me encontraba fenomenal, había mojado poco…y sinceramente, pensaba que me volverían a enviar a casa por una falsa alarma, por lo que decidimos no llevarnos las bolsas que teníamos preparadas para el bebé y para mi. Llamamos a un taxi y en cuestión de 20 minutos ya estábamos en urgencias.
Me llamaron de la consulta, dónde un doctor muy agradable nos atendió. Me hizo preguntas, tomó la tensión arterial y cuándo ya nos disponíamos a levantarnos para ir a la planta de maternidad para poner correas y realizar tacto, ocurrió.
El charco. El SUPER charco. No os voy a engañar, me encantó vivir aquella sensación, que maravilla sentir todo ese agua salir a borbotones… como le puse la consulta al pobre doctor!! Entre risas, le pedí disculpas y el doctor me contestó: Ahora es obvio, has roto aguas.
Fuimos a monitores. Ni rastro de contracciones. Apenas había dilatado ni medio centímetro! Todo indicaba que iba a ser un parto muy largo, así que a armarse de paciencia.
Me ingresaron en planta, me pusieron una bata muy poco glamurosa y nos fuimos a la habitación.
Era compartida. En la cama de al lado había una pareja: ella con contracciones seguidas, y él con un festival de ronquidos tipo león furioso. La escena era de lo más pintoresca y surrealista… Decidimos ir a pasear por la planta, ya que andar facilitaba la dilatación.
Me crucé con una máquina vending, dentro habían galletas Chips Ahoy y zumo de naranja, se me antojaba como un manjar!
De vez en cuando venía alguna contracción, me paraba, respiraba hondo y pasaba rápido. Me lo estaba pasando realmente bien. Eran cerca de las 7 de la mañana cuando decidimos que había llegado el momento de contarle a la familia que había llegado el día y lo hicimos enviando un whatsapp con esta imagen:

Las respuestas se dieron rápido. Era Jueves y la gente madrugaba para ir a trabajar. LLegaron ánimos de todas partes.
Le dijimos a la familia que esperase, todavía quedaban muchas horas y esperar en una sala de hospital es horroroso. Y así lo hicieron, esperaron.
Ya estaba cansada. Volvimos a la habitación dónde aquella pareja seguía con el mismo ritual, contracción vs. ronquido, pero por suerte, vino una enfermera y se los llevó a la sala de dilatación-partos.
Estábamos tranquilos, escuchando a Electric Wizard ( sí, lo sé. Quizá el Doom no es lo mejor para una contracción), cuándo apareció una enfermera y dijo que debía de hacerme otra revisión. Eran sobre las 8-9 de la mañana, aquello avanzaba lento, así que decidieron ponerme una vía intravenosa e iniciar el tratamiento de Oxitocina para acelerar el proceso.
Me llevaron a la habitación dónde daría a luz. Acogedora y fresquita. Estuve muy cómoda en todo momento.
Me monotorizaron y vieron que Víctor seguía con las pulsaciones un poco bajas para estar de parto… por lo tanto decidieron dejarme puestos los monitores todo el rato. Aquello era incómodo. Ya no podía andar, no podía apenas moverme y a causa de la Oxitocina las contracciones eran muy duras.
Aquí ya perdí la noción de todo lo que me rodeaba. Sólo sé que tenía mucha calor y pedí algún medicamento que me ayudara a soportar el dolor. No sé que fue lo que me inyectaron, pero conseguía que mi cuerpo estuviese en desconexión total el rato que no habían contracciones, pero, las contracciones no las aliviaba.
Calor…. mucha calor.
Las enfermeras venían, me daban golpes en la barriga… Víctor seguía sin subir de pulsaciones…pero se mantenía estable. Ponte de lado, me decían. Qué incómoda estaba… dolía mucho. Cada contracción era como si me pasaran una motosierra por el centro del cuerpo.
Llegó el momento. Supongo que serían cerca de las 11 de la mañana cuando la enfermera me hizo de nuevo un tacto. Su cara de sorpresa fue lo que me alegró:
-Bien. ¿Quieres la epidural?
Aquellas palabras resonaron en mi cabeza como campanas angelicales. Casi le grité desesperada que SÍ! que si hacía falta me la ponía yo misma jejeje
El anestesista no tardó en llegar.
La dulzura apareció de nuevo. Que placer. Que maravilla.
Ahora sí, volvía a disfrutar de aquello.
No dormí, pero si pude descansar.
A las 12.30 aproximadamente, recordaré toda la vida las palabras que le dije a Fer:
-Nene, creo que me estoy cagando.
Risas.
Díselo a la comadrona, me dijo. Y así lo hice.
-Disculpe,es que… como decirlo… creo que tengo ganas de hacer caca ( que vergüenza!) Tengo muchas ganas de empujar y no quiero liarla, sabe.
La comadrona se rió, e incrédula me dijo: Bah, es imposible! Ha pasado muy poco rato mujer. Relájate.
Es aquí cuándo me enteré que las ganas de hacer de vientre es el instinto de pujar para sacar al bebé.
Yo estaba relajada, pero las ganas de empujar cada vez eran más fuertes.
La comadrona se marchó. Pero no sé que le rondaría la cabeza, a los 5 minutos apareció con los guantes puestos, me levantó las piernas ( con la epidural era totalmente inútil de cintura abajo) y cuál fue su sorpresa que al intentar meter los dedos para ver de cuántos centímetros ya estaba dilatada, no pudo… ¡La cabeza de Víctor estaba allí, preparada para salir!
Sus palabras fueron, dirigiéndose a la otra comadrona:
-Corre, prepara todo, ya está casi fuera!
Me miró y me dijo: preparada para empujar?
Jo, me emocioné. Y con la mayor de mis sonrisas le grité que sí, estaba preparadísima.
Pujamos varias veces, Víctor estaba a punto de salir, cuándo me pusieron el monitor para ver la frecuencia cardíaca… las pulsaciones habían bajado demasiado, el pequeñajo debía de salir ya.
Realizaron una episiotomía, dos empujones más y su cabeza salió… luego un brazo… y antes de poder empujar más, la comadrona me dijo:
-Levanta, lo sacas tú.
No me lo podía creer. Iba a participar en mi propio parto! Corriendo me incorporaron, le cogí un brazo, el otro y salió.
Directo a mi pecho. Lo abracé… jamás olvidaré su olor, dulce. Su calor… Era la mujer más feliz del mundo.
Su papá, que estuvo dándome ánimos en todo momento, le cortó el cordón, y acto seguido iniciamos la lactancia materna. Piel con piel.
Llegó el momento de ir a nuestra habitación. La presentación oficial de Víctor.. mi niño precioso de ojos azules… su papá le vistió con el conjunto que escogimos para aquél día, y nos marchamos.
Aquél 1 de Agosto fue maravilloso… y dentro de 2 días va a cumplir su primer año de vida… mi primer año de una vida increíble al lado de mis dos hombres.
Os quiero chicos.
*Víctor en sus primeras horas de vida

*Mis soles
